Lo que callan las quebradas de Manizales
La vida hídrica de la capital de Caldas está cimentada en dos quebradas, Olivares y Manizales. Un juez ordenó el saneamiento de la cuenca del río Chinchiná, pero ocho años después, lo que se ordenó sigue inconcluso. La PTAR, por primera vez, está muy cerca de ser realidad, pero aún quedan muchos interrogantes por responder.
Por: Carlos Urrego, Richard Millán y José Díaz
29 de abril de 2021
A finales de los 90 empezó el viacrucis por la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Manizales, desde entonces, el proyecto ha pasado por las manos de distintos alcaldes, ministros, gerentes, gobernadores y demás burocracia. En 2019 Aguas de Manizales lanzó la invitación pública internacional N°110 que buscaba proponentes para su construcción. Dos empresas participaron y una firma mexicana quedó seleccionada, pero pocas semanas antes de firmar el contrato, el alcalde recién electo, Carlos Mario Marín, solicitó detener el proceso unos días porque tenía dudas con los lineamientos contractuales y solicitó la revisión de la Procuraduría y la Contraloría. Finalmente quedó anulada. Otros siete meses pasarían para lanzar una segunda convocatoria que también se anuló. La firma del contrato ya quedó para el 2021, actualmente la tercera invitación se encuentra en el Secop.
Aunque durante más de 20 años la PTAR ha sido un tema que entra y sale de la agenda pública, se convirtió en un elemento esencial en el 2007. Ese año el juzgado segundo administrativo ordenó, luego de una acción popular, el saneamiento del río Chinchiná en los límites que conectan a Villamaría y Manizales. Han pasado 13 años y Corpocaldas y Aguas de Manizales siguen trabajando en implementar las órdenes del juez, con medidas como los planes de contingencia como el POMCA.
Dicho afluente es fundamental para la supervivencia de aproximadamente 520 000 personas. Además, es centro importante de actividades económicas, sociales y ambientales. La cuenca del río Chinchiná posee un área de 1050 kilómetros cuadrados y recibe las aguas de los ríos Guacaica, Chinchiná y Claro. Su paso por Manizales es tortuoso. La posibilidad que tiene de oxigenarse y depurar los contaminantes que fábricas, lava autos, talleres, minas y gente del común vierten directamente es baja, porque desde el inicio pierde parte de su caudal al entregar sus aguas en la zona de Sancancio a la hidroeléctrica de la Chec para generar energía.
“Las exigencias son altas y mucho más cuando se tiene un vertimiento en la zona industrial tan complejo, donde la quebrada Manizales es un cuerpo hídrico receptor que tiene una capacidad baja de asimilación”, comenta Juan David Arango Gartner, director de Corpocaldas, quien repite en este cargo y también ha sido gerente de Aguas de Manizales. “Es un problema que se está solucionando, pero no es fácil y es muy costoso para la ciudad y para los habitantes”.
El proceso de descontaminación de este afluente —Manizales cuenta con otro igual de importante, la quebrada Olivares— ha sido lento. El gerente de Aguas de Manizales hasta agosto de 2020, Juan Martín Zuluaga, afirma que se han construido 77 kilómetros de colectores e interceptores. Han realizado saneamiento en diferentes quebradas y, de 187 registros de entregas directas, es decir, alcantarillas que vierten sus desechos al agua, han eliminado dos.
Aunque dichos avances son tangibles, según Tulia Elena Hernández, expersonera de Manizales, la orden judicial de saneamiento no se ha cumplido. Asegura que durante su periodo (hasta enero del 2020) la dependencia hizo acompañamiento, realizó seguimientos a los problemas ambientales, revisaron las cargas contaminantes, su efecto olfativo, atmosférico: “Esas fueron parte de las experiencias que tuvimos en esa época y, finalmente, las cosas se quedaron en silencio. De tal manera que no se volvió a hablar sobre el cumplimiento de este fallo. El plazo venció en julio del 2014”.
Para que dicha orden se ejecute, la solución es construir la PTAR, pero para que funcione es necesario el trabajo conjunto con diferentes actores para, por ejemplo, dividir las aguas lluvia, domésticas e industriales, pues si se juntan no se pueden descontaminar.
Con este fin, desde el 2004 se empezó la construcción de un interceptor, un tubo de algo más de cuatro kilómetros que atraviesa la ciudad de norte a sur para recoger las aguas contaminadas de la zona industrial y verterlas directamente al río Chinchiná. Parte de la intervención terminó en el 2006 y luego, en el 2011, quedó finalizada. La obra costó más de $9000 millones ($9 018 759 328 para ser exactos), pero ha tenido problemas. Corpocaldas debía construirla y su gestión estaría en manos de Aguas de Manizales, pero aparte de varios derrumbes que han hecho necesarios mantenimientos, el modelo de negocio no se ha aclarado. Para Freddy Leonardo Franco Idárraga, doctor en Medio Ambiente Urbano e integrante del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional, dichos derrumbes se dan por la erosión causada por la minería en la parte alta de la cuenca.
BASE DE DATOS DE VERTIMIENTOS EN EL Río chinchiná, quebrada manizales y QUEBRADA OLIVARES
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Inversión de Corpocaldas en Proyectos para municipios de la cuenca rÍo Chinchiná.
Fuente Tasa Retributiva y Multas y Sanciones por infracción a los recursos naturales 2012 – 2019
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Arango Gartner explica que le entregó el interceptor a Aguas de Manizales durante la alcaldía pasada en la que el gerente era Jorge Hernán Mesa Botero. En dicha administración decidieron presentar al interceptor como un servicio, por lo que las tarifas eran mayores que lo esperado. Como los industriales no veían viable esos pagos decidieron hacer esfuerzos propios para descontaminar sus aguas.
Mesa Botero comentó que la intención inicial era cobrar una tarifa por el uso de ese servicio a las empresas que se conectaran, pero hubo algunas inquietudes porque algunas de estas no estaban de acuerdo. Incluso comentaron que ya contaban con plantas de tratamientos propias.
Algunas tomaron la decisión de dividir y reutilizar sus aguas residuales sin conectarse al colector, dijo Arango. Según resoluciones como la 469 de 2014 de Corpocaldas, las empresas deben cumplir con los objetivos de calidad de agua, dichos indicadores se revisan cada cinco años, por lo que en algún punto será más costoso cumplir con esos objetivos que conectarse. Para este año no debe haber vertimientos en la quebrada.
Pero la conexión con el colector se ha dado lenta y paulatinamente, ese es el caso de la Industria Licorera de Caldas que decidió aprovechar esta infraestructura y ser la primera empresa de la región conectada a este proyecto que irá hasta la PTAR. Aunque esta conexión aún no es completa, como lo explicó el jefe de Asuntos Corporativos, Andrés Elías Borrero, están conectados al colector con las aguas residuales domésticas y esperan conocer las tarifas oficiales para hacerlo también con las aguas industriales, posiblemente, durante el 2021.
Aunque el colector ayuda a mejorar la calidad del agua en la quebrada Manizales, no soluciona el problema, solo lo aplaza. La intervención de la PTAR es esencial. Ese proyecto inicialmente tenía un costo de 110 000 millones de pesos, de los cuales el 39 % serán aportados por la Nación. Los demás recursos son de Aguas de Manizales e Infimanizales, con el 43 %; la Alcaldía de Manizales con el 12 % y Corpocaldas con el 6 %. La idea es descontaminar la mitad del agua que fluye en el río Chinchiná.
Aunque el alcalde actual de Manizales, Carlos Mario Marín, criticó la ubicación de la PTAR cuando era concejal, finalmente la segunda licitación internacional no modificó dicho elemento, aunque sí cambió el esquema de contratación. “Se tenía una contratación por precios unitarios y cantidades de obra, con la cual no era posible controlar el valor final. Ahora se hará por lotes de control, lo que define desde la adjudicación el costo total. Solo pueden variar imprevistos no cubiertos por el contratista”, le dijo Marín al periódico La Patria.
Pero para la expersonera esto no es suficiente. Explica que la ubicación de la PTAR, en la zona de Los Cámbulos entre Manizales y Villamaría, solamente va a beneficiar a una comuna y al sector industrial, “en ese orden, no se está cumpliendo con el fallo judicial porque se está dejando por fuera todo un tramo que vendría desde la glorieta de acceso al barrio Las Colinas hasta la zona de El Pescador por la antigua vía a Chinchiná”.
Arango controvierte la posición de la expersonera, ya que, según él, en el estudio de prefactibilidad, que data del 2008, se propone ubicar la PTAR en Los Cámbulos para cubrir toda la zona sur de la ciudad. Afirma que la única parte que no se verá beneficiada es La Francia, en donde se deberá hacer un sistema de tratamiento independiente. Acerca del norte de Manizales (en donde incide la quebrada Olivares), asegura que con un túnel o una estación de bombeo esperan llevar el líquido hasta la planta, pero, según los expertos entrevistados, dicha solución tomará no menos de diez años.
Los objetivos de esta planta serán, de acuerdo con Arango Gartner, que las aguas tengan un uso estético, es decir, no servirán para pescar, ni para consumo. No se puede utilizar para cultivos porque los costos serían más altos, pero evitará malos olores y podrá mejorar los ecosistemas circundantes. “Va hacer un agua de buena calidad con un uso estético”.
El proceso de la PTAR sigue siendo tortuoso. Luego del segundo intento de lanzar una convocatoria pública internacional, finalmente, solo quedó un oferente y dicha licitación se anuló. Además, recientemente, el alcalde Marín comentó que el costo de la obra no sería de 110 000 sino de 150 000 millones de pesos.
Finalmente, en julio del 2021 se espera abrir el tercer intento por contratar la construcción de la PTAR. Existe la posibilidad latente de que los costos aumenten por la cotización del dólar. El director de la Corporación Manizales en Común, Darío Arenas, comenta que el debate por las razones que motivaron la detención del proceso licitatorio anterior no parecen claras, no hay cambios sustanciales en el pliego de condiciones y no se está cambiando nada de fondo. “No ha mejorado la competitividad en cuanto a oferentes y cada vez será más costoso construirla, sin haber incrementado en la misma proporción los aportes. De manera que ya habrá un sobrecosto, que presumiblemente deberemos asumir los ciudadanos”.
Para Camilo Vallejo, gerente de la Corporación Cívica de Caldas (CCC), los gobiernos, tanto municipal como nacional, deben hacer un esfuerzo mayor para darle pluralidad al proceso de contratación. Al tener más oferentes, las garantías de la obra son mayores.
“Le hemos pedido a las entidades de control que hagan un seguimiento permanente. Ya van dos intentos en los que pareciera que hay unas barreras de ingreso para competir en ese proyecto, necesitamos que nos digan si son normales o si algo indebido está pasando en los términos de condiciones”, dice Vallejo.
El tema ambiental, según el gerente de la CCC, es un dolor de cabeza para la capital de Caldas, especialmente en el cuidado de sus cuencas hidrográficas y aún más con la del río Chinchiná que recibe las aguas negras de Manizales, Villamaría y la zona industrial.
El docente Franco Idárraga comenta que aunque el proceso de la PTAR ha sido accidentado, sin duda Manizales ha logrado avanzar más que otras ciudades del país. Con la excepción de Medellín, que con el uso de canalizaciones y cemento logró controlar al río Medellín, la mayoría de capitales no tienen claro el tratamiento de sus aguas. Zuluaga, desde Aguas de Manizales, explica que podría “decir que esta es la ciudad que más adelante va en este proceso, a diferencia de otras pocas ciudades intermedias muy particulares que tienen unos sistemas de tratamiento con topografías fáciles de construir, por ejemplo, en la Costa Atlántica”. Otra capital que también han avanzado en este tema es Bogotá que tendrá a Canoas, una PTAR con una inversión cercana a los 4 500 millones de pesos para descontaminar las aguas de Soacha y el 70 % de la capital.
Una planta, dos problemas distintos
A Manizales se le conoce como la Capital Mundial del Agua gracias a cerca de 50 microcuencas que nutren las dos vertientes que la atraviesan. La quebrada Minitas-Olivares que desciende por la Reserva Forestal Río Blanco, pasa por La Cumbre, Minitas, La Carola, Los Cedros, entre otros barrios, y sigue su camino desde la zona nororiental a la occidental de la ciudad hasta acercarse a Neira. Según Corpocaldas en su plan de manejo, esta es una de las zonas más biodiversas del mundo, pero también de las más amenazadas.
“Hace solo 300 años la región aún conservaba gran parte de su cobertura boscosa original, conectando los ecosistemas altos andinos con los del páramo, hecho que facilita la movilidad de la fauna y potencializa el intercambio genético entre las especies de flora. Hoy como consecuencia de la deforestación acelerada, los parches de bosque andino se han convertido en pequeñas islas que sirven de refugio a diferentes especies de fauna y crean centros de micro diversidad y endemismo”, dice el documento.
La Reserva Forestal Protectora de Río Blanco tiene un rol clave como corredor biológico que conecta el Parque Nacional Natural Los Nevados con las zonas boscosas de los municipios de Manizales, Neira y Villamaría. Involucra al Parque Natural Nacional Los Nevados, Reserva Torre Cuatro, Reserva de la CHEC, subcuenca del río Guacaica, Monteleón y demás fragmentos boscosos. En el mismo documento también se dice que es esencial para la conservación de la biodiversidad regional y suministra aproximadamente el 35 % del agua que consume Manizales.
A pesar de contar con un plan de manejo, esta quebrada sufre todas las amenazas posibles: minería legal e ilegal, ganadería extensiva, vertimientos directos de casas y talleres, asentamientos legales e ilegales muy cerca de su cuenca. Existen esfuerzos locales como los de los Ambientalistas Comunitarios Urbanos (Acomur) que realizan sesiones de limpieza y de reconexión comunitaria con la quebrada, pero el grupo, del que hacen parte quince personas, no logra impactar en todo el recorrido. Otras iniciativas como Vivo Cuenca o ProCuenca intentaron unir esfuerzos públicos y privados para recuperar la salud de las aguas, pero la falta de recursos hizo que, aunque realizaran obras, no lograran su cometido.
Según Franco Idárraga, “allí hay minería que empieza casi hasta la zona protegida (de la reserva), mucha de ella ilegal, a pesar de esfuerzos, ahí sigue. Aunque es una minería de subsistencia y no es de gran escala, lleva tantos años que ya ha generado unos impactos brutales. Ya sabemos que incluso volquetas y grandes consumidores y vendedores llegan allá a abastecerse de arena y grava con lo cual ya no es tan de subsistencia, sino que termina siendo de otras cosas. La minería está en toda la longitud del cauce en la parte media y parte de la alta”, explicó el investigador.
Para él, Corpocaldas y la Administración municipal serían los responsables de esto, pero la situación se convirtió en paisaje. Incluso comenta que el edificio de Aguas de Manizales está mal ubicado y le quita espacio vital al cauce. “Se les han inundado las oficinas. Deberían dar ejemplo e irse de ahí”.
Este afluente no hace parte de la PTAR, pues la orden judicial se centró en la quebrada Manizales, por lo que la mayoría de recursos se destinaron para esta. “Hay una posibilidad de un trasvase, un túnel para pasar las aguas residuales de un lado de la ciudad hacia el lado de Chinchiná. La planta de tratamiento de Los Cámbulos está pensada para que se pueda ampliar. Es posible que en unos quince a veinte años la ciudad decida construir este túnel. También tenemos otras dos prioridades de tratamiento, que se demorarán más en el tiempo, que es tapar las aguas residuales del sector de La Francia y tratar las aguas residuales del sector de El Rosario”, argumentó Zuluaga.
La quebrada Olivares ha sufrido. Antes de que entrara en funcionamiento el relleno sanitario La Esmeralda en 1991 todos los desechos se vertían allí. Con el paso de los años esto mejoró, pero no se solucionó porque, al final del tramo, parte de esos contaminantes llegan a sus aguas.
Desagües al lado de Carabineros en el Olivares
Según la tesis de maestría titulada ‘La participación ciudadana en los procesos de recuperación fluvial – estudio de caso: proyecto de restauración de la Quebrada Olivares-Minitas’, de Norma Constanza Idárraga Hernández, esta afluente recibe casi el 52 % de la carga contaminante de Manizales. Cuenta con “presencia de industrias en el sector de la Alta Suiza, el Frigocentro (central de beneficio animal del municipio), los lixiviados del relleno sanitario regional La Esmeralda y las estaciones de servicio y lavaderos de carros que descargan sus vertimientos, ya sea al alcantarillado o a afluentes de la quebrada, estos últimos aportando sobre todo en términos de grasas y aceites”. En el diagnóstico también se encuentran los suelos que son otra carga contaminante al ser utilizados en temas agrícolas (café y plátano) y de ganadería.
En una investigación que realiza el IDEA, titulada ‘Resumen diagnóstico de la quebrada Olivares-Minitas con miras a su recuperación y disfrute por parte de los habitantes de la ciudad de Manizales’, estudian tres tramos de la quebrada. Su nacimiento, en general, es limpio por encontrarse dentro de una reserva natural (río Blanco) pero al final de este la calificación, que va de 0 a 99, es de 11,2 en su calidad acuífera por la minería y los contaminantes que recibe. En el segundo tramo es de 10,1 y en el tercero de 12,3. Por eso, según este instituto, la valoración ambiental general es de 33,7, lo que representa una calidad hídrica mala, pues para considerarse en condiciones óptimas se necesita un índice superior a 89,2, así lo informaron en el reportaje multimedia ‘El camino del agua’.
Para Franco Idárraga, aunque desde la academia se han presentado posibilidades para descontaminar este afluente, ni Corpocaldas ni la municipalidad han hecho los esfuerzos necesarios, aunque hay avances. Si se llegaran a prohibir los procesos mineros, según el investigador, eso le daría una nueva cara a la Olivares, además, aunque parte de esta es legal, también hay un gran número de procesos mineros ilegales en la zona. Afirma que es esencial sedimentarla, “estos sedimentos son necesarios dentro del río, cuando se los estamos quitando generamos problemas de inestabilidad de taludes. Se puede hacer separación de aguas por calidad que es diferente de aguas lluvias y negras. Eso lo podemos hacer mientras esperamos quince años para tomar decisiones más grandes”.
Acerca del túnel que lleve las aguas de la Olivares a la PTAR, afirma que aparte de costoso es una medicina que puede ser peor que la enfermedad: “El caudal que hoy tiene es agua residual, si se la quita, entonces va a quedar seca y eso es mucho peor”.
Por la misma línea, Darío Arenas comenta que toda casa que tenga en su nomenclatura un número menor a la carrera 23 en Manizales drena sus aguas hacia el río Guacaia, lo que quiere decir que no serán tratadas por esta PTAR. “Quizás Los Cámbulos sea el mejor sitio para construir la primera PTAR, pero hay que asumir que será solo la primera, y que ese saneamiento de la ciudad requiere al menos dos plantas más”.
Desde la alcaldía, el secretario de Medioambiente, Juan Sebastián Ramos Velasco, explicó que “la quebrada Olivares sin duda no puede quedarse por fuera de esta estrategia”, para eso asegura que realizarán algunas inversiones para descontaminar la afluente, además de construir parques lineales y continuar con el seguimiento a los temas mineros.
Por su parte, la quebrada Manizales cuenta con 2882,09 hectáreas, divididas entre zona urbana y rural. Según el proyecto de investigación ‘Cuenca de la quebrada Manizales: opciones de desarrollo sostenible’, su complejidad es alta. “Una realidad caracterizada por el contraste y la contradicción en aspectos sociales, económicos y ecológicos pues en un territorio que es relativamente pequeño es posible encontrar una amplia variedad de situaciones, desde las marcadas por indicadores de riqueza y productividad hasta condiciones de marginalidad y pobreza”, dice el documento. Es allí en donde se han centrado gran parte de los recursos para la recuperación de las aguas.
Los procesos que se han abierto contra empresas por contaminar toman años, las multas no se acercan a cubrir el daño causado, por lo menos así lo mencionan desde Corpocaldas, pero aseguran que nada ganan con sancionar si no hay una solución. Además, en ocasiones, algunos empresarios dicen que, si esas son las condiciones, prefieren llevar su negocio a otro sitio, como lo comentaron tanto Arango como el profesor Franco.
“Yo diría que sí falta más interés. Todo el mundo dice, qué bueno sería descontaminar el río, pero sentarse a mirar un ejercicio de cómo lo vamos hacer y, sobre todo, de qué plan financiero hay para hacerlo, no, nadie lo ha hecho. Hay demasiado desinterés”, comenta Arango Gartner. Añade que en temas de políticas gubernamentales hay desacuerdo. “Mientras que para el Ministerio de Medioambiente el agua existe como un recurso natural y hay normas para conservarlo de esa forma y buena calidad, para el Ministerio de Vivienda es un servicio público. Los ejercicios de saneamiento arrancan con una norma ambiental muy estricta, pero que sectorialmente no tiene viabilidad para aplicarla. O sea, esa desintegración hace que por el momento el problema no tenga solución”, concluyó.
Sobre la quebrada Manizales, en el reportaje multimedia ‘El camino del agua’ se dice que son cerca de 60 empresas que afectan en alguna medida el agua al verter sustancias como mercurio, zinc, cobre, plomo, níquel, grasas y aceites. “Son 35 litros por segundo de aguas residuales que caen a la quebrada Manizales, lo que equivale a tres baldes y medio de doce litros cada uno, tanto materia orgánica como inorgánica se descomponen en el cauce la mayoría del tiempo”.
A diferencia de la Olivares, la Manizales, desde su nacimiento, tiene problemas. En su zona alta hay minería de, entre otros minerales, oro. Durante años era común usar mercurio para la extracción y, aunque desde el 2018 se prohibió, quienes realizan esta actividad de manera ilegal lo siguen utilizando.
La PTAR deberá entrar en funcionamiento entre 2022 y 2023. Aunque es un paso significativo para limpiar parte de las aguas contaminadas que llegan al río Chinchiná, la otra cuenca, la quebrada Olivares, seguirá entregando su líquido al Guacaica y este al Chinchiná sin ningún tipo de tratamiento. Corpocaldas ha centrado su trabajo en vigilar la erosión en taludes y derrumbes, labor importante pero que dejó de lado la necesidad de recuperar las cuencas hídricas de la capital del departamento, concluye el docente Franco Idárraga.
Vista del Chinchiná en el barrio La Paz
La salud de la cuenca del río Chinchiná está en cuidados intensivos. En una investigación en la que participaron el Grupo de investigación BIONAT (Biodiversidad y Recursos Naturales), de la Universidad de Caldas, y el grupo de Investigación en Evolución, Ecología y Conservación (EECO), de la Universidad del Quindío; encontraron que los efectos contaminantes afectan directamente a los organismos vivos de la zona.
En un artículo publicado en la prestigiosa revista Plos One, en 2019, aseguran que una buena forma de revisar la calidad del agua es estudiar los cambios morfológicos de mosquitos como el Chironomus columbiensis. Para eso tomaron muestras en cinco puntos de la cuenca del río Chinchiná en donde hay minería, pastoreo y agricultura, y dejaron que los mosquitos crecieran en cada una y otro en un grupo de control. Encontraron deformidades en el mentón, dientes y alas en los mosquitos que se desarrollaron en aguas contaminadas, mientras que el grupo de control no tuvo problemas. ◾